La revolución mexicana fue un suceso histórico de gran relevancia para nuestro país, porque el pueblo se levantó en armas en contra de un gobierno represor que se había olvidado de la clase trabajadora y de toda la población pobre.
Durante algunos años previos a 1910, ya se habían suscitado varios acontecimientos de relevancia como las huelgas de trabajadores de Cananea en el estado de Sonora y Río Blanco en Veracruz, todos estaban hartos de la insensibilidad de los que tenían el poder y el dinero en sus manos, porque a diferencia de la inmensa cantidad de personas sin un trabajo digno, éstos que tenían el control eran muy pocos.
En un principio y bajo el lema de la no reelección, Porfirio Díaz se mostró como un presidente liberal, buscó impulsar la industria, el comercio y los medios de comunicación con resultados rápidos, mismos que la población veía con buenos ojos. Al terminar su periodo como presidente que para esas fechas era de cuatro años, Díaz fue reelegido con la consigna de seguir mejorando las condiciones de los mexicanos.
Los años fueron pasando y Porfirio Díaz pasó de ser un presidente liberal para ser un dictador y opresor de los trabajadores, las tierras de los campesinos fue vendida a los extranjeros para su explotación comercial y no quedaban más trabajos que los que se ofrecían dentro de las haciendas de los adinerados extranjeros, las personas trabajaban como esclavos en jornadas de doce o más horas al día y con un salario miserable que no le alcanzaba para el sustento familiar.
Ya con casi treinta años siendo controlados por el mismo presidente, surgieron algunos personajes que buscaban la liberación del pueblo, entre ellos Francisco Ignacio Madero, un hijo de personas adineras y educado en Francia escribió el libro “La sucesión presidencial” mismo que lo impulsó ser candidato a la República en las elecciones de 1909, tras su fallido intento continuó con su proselitismo entre la gente de la clase media y clase baja por lo que Porfirio Díaz lo encarceló por sedición.
Tiempo después Madero escapa de la cárcel y se refugia en Texas, Estados Unidos desde donde se coordina con los hermanos Serdán en Puebla y escribe el Plan de San Luis con el que convocaba a la población mexicana a levantarse en armas el día domingo 20 de noviembre de 1910. Madero escribe:
«Conciudadanos:- No vacilen pues un momento: tomen las armas, arrojen del poder a los usurpadores, recobren sus derechos de hombres libres y recuerden que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sean como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria».- SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN.
Con tanta presión, Porfirio Díaz abandona el país y se refugia en Francia donde muere cinco años después. Pero la lucha armada ya se había comenzado y duró en un lapso cercano a los diez años, en los que mucha sangre de nuestros compatriotas fue derramada. Ni siquiera Madero al ser elegido en 1911 pudo llevar las riendas del país, porque el caos estaba desatado y varios grupos estaban surgiendo en busca de mejores condiciones de vida.
No es hasta el gobierno de Álvaro Obregón, cuando la población queda en paz y las batallas cesan, en unos años surgen algunas reformas constitucionales y la vida nacional de México se encamina en nuevos senderos políticos y sociales, es por es que hoy a ciento cinco años de haberse iniciado la revolución y a escasas ocho décadas de la pacificación de las luchas, celebramos la rebeldía de todos los valientes mexicanos como José Doroteo Arango, Emiliano Zapata, los hermanos Flores Magón y sobre todo a aquellos campesinos y mujeres que dieron sus vidas por establecer nuevos regímenes que está en nuestras manos defender con la misma fuerza en la actualidad, procurando ser gobernados por ciudadanos que se preocupan por la población para que no viva en la pobreza e impulsando una verdadera democracia, en la que el pueblo sea quien determine la vida de la nación y no dejando que unos cuantos tengan el control y el poder que nos compete a todos.